Nadie es tan original como piensa. No va a lograr serlo tanto como quiere. Pero te vamos a contar por qué eso está bien.
El gran claim publicitario es la apelación a la originalidad. Distínguete haciendo esto, comprando lo otro, visitando lo de más allá. Pero no es un invento de las agencias, sino que conecta con un impulso humano tan enraizado como comprensible: dejar una huella propia en el mundo haciendo algo distinto a los demás.
Este trabajo de Vemödalen titulado «El miedo a que todo haya sido hecho» es una auténtica joya. No te pierdas esta magnífica reflexión sobre la necesidad de diferenciarnos como una aspiración a la inmortalidad: una marca única, una identidad irreemplazable preservará nuestro recuerdo en los demás cuando ya no estemos.
Esperamos que ellas nos doten de una identidad única, pero una pregunta nos azota: «¿y si todo ya hubiera sido hecho?» Quizá, como decía el viejo lema, nihil novum sub solis (no hay nada nuevo bajo el sol). Ahí lo dejamos.
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