Los dibujos que te enseñaban a ser anti-comunista
En el amor y en la guerra, todo vale. Y en la Guerra Fría los dibujos animados servían para convencer a los niños de que el envidiable modo de vida americano estaba amenazado por los comunistas.
«Make mine Freedom» es una joya de la animación elaborada en el seno del Instituto Harding para los Estudios Americanos, una institución de estudios y artes liberales fundada en 1924. Su labor más conocida fue la elaboración de series de cortometrajes con los que perseguía «promover un entendimiento más profundo de lo que convierte a América en el mejor sitio del mundo para vivir«.
La animación que presentamos comienza con el relato de las excelsas virtudes del modo de vida americano. USA es la libertad de expresión y reunión, de trabajar en lo que te gusta, de rezar a quien tú quieras, etc. El acompañamiento visual de esta enumeración de maravillas made in USA hace que este país tenga un aspecto paradisíaco. De hecho, hay una imagen de un preso norteamericano servido por el guardia de la cárcel como si se tratara de un huésped del Ritz que roza el delirio.
Sin embargo, la paz y armonía que reinan en el paraíso estadounidense se ve perturbado cuando un viajante llamado Dr. Utopía intenta vender a los americanos botellas de «ISM» (comunismo, vaya), con la promesa de que resolverá todos sus males: te dejará ponerte el salario, trabajar menos y hará que el tiempo sea siempre bueno.
¿Cuál es el precio de este mágico remedio? «Todo, incluyendo la libertad«. Aunque muchos americanos parecen inicialmente dispuestos a pagarlo, un señor más despierto llamado «John Q. Public» advierte a sus conciudadanos de que beber «ISM» supone acabar con el sueño americano. ¿Qué será de esos miles de emprendedores anónimos que acabaron siendo riquísimos a base de ingenio, trabajo y libertad de empresa? Y acabar con ese sueño es algo por lo que un yanqui no pasa, faltaría más.
El momento culminante llega cuando John hace probar un culín de «ISM» a los demás, para que saboreen la pesadilla comunista que se les viene encima.
«Make mine freedom» no se anda con sutilezas. Es un auto-declarado instrumento de propaganda pero, precisamente por eso, resulta un documento audiovisual de una valía considerable. El esquema maniqueo del mundo y de la ideología que ilustra con unas impagables secuencias vintage ha sido aquél en el que se han educado generaciones de norteamericanos.
Ya lo dijo Eisenhower. En la Guerra Fría no se trataba de tomar por la fuerza un territorio, sino de ganar las mentes y las voluntades de los hombres. Y, en este caso, también de los niños.
Pablo iglesias nos quiere vender esas botellas, eso si solo te pide el voto